VISITA GASTRONÓMICA POR CARAVACA DE LA CRUZ
Ayer sábado 18 de diciembre a primera hora, conducido e invitado por mis buenos amigos Michi, Javi y Ginés, salíamos viaje a Caravaca de la Cruz.
Antes de entrar en la ciudad, ya hicimos una primera parada con un estupendo "desayuno" de fiambres y vino como para ir cogiendo fuerzas para afrontar el duro día que nos esperaba.
Antes de entrar en la ciudad, ya hicimos una primera parada con un estupendo "desayuno" de fiambres y vino como para ir cogiendo fuerzas para afrontar el duro día que nos esperaba.
Esta es la ciudad natal de Michi y se nota, pues no paraba de ser saludado por numerosas personas.
Nuestra idea del viaje era la de hacer una ruta eminentemente gastronómica. Pero visitamos un lugar precioso, Las Fuentes del Marques.
Estuvimos viendo un paraje de los llamados “marco incomparable de la naturaleza” que desde luego merece ese título por su limpieza, conservación y fuerza natural que encierran sus árboles, muchos de ellos extrañamente inclinados sobre la suave ladera frente al arroyo de limpísima y transparente agua; con inmóviles peces “barbos” según me informó Miguel.
Estuvimos viendo un paraje de los llamados “marco incomparable de la naturaleza” que desde luego merece ese título por su limpieza, conservación y fuerza natural que encierran sus árboles, muchos de ellos extrañamente inclinados sobre la suave ladera frente al arroyo de limpísima y transparente agua; con inmóviles peces “barbos” según me informó Miguel.
Pequeñas ardillas jugueteando frente a nosotros, dejándose fotografiar, acostumbradas a la presencia humana, con saltos imposibles de preveer del suelo a un tronco y de este a aquél… una delicia.
Muchos monumentos no puedo decir que vi, bares por el contrario… bastantes, a eso me llevaron, a eso fuimos, de ruta por los mesones de Caravaca.
Los bares con mucha gente, los camareros uniformados, limpios y ágiles tanto en el trato como en el servicio; me encantó.
Posiblemente uno de los mejores calamares a la plancha, con una perfecta presentación, su salsa verde como debe de ser, y cocinado al punto, ni baba pasada, ni cemento inmasticable… es decir, perfecto.
El ambiente de sus calles, de fiesta, sin duda, pero llenas las tiendas, los bares, las calles, bullicio de sus “Diablos pedigüeños” que multando a los paseantes, sacaban dinero para el hogar del anciano, según creí entender.
No eran más de 20 personas, pero llevaban una fiesta tremenda, con cencerradas estruendosas para los que se querían despistar sin soltar ni un euro, lo rodeaban y desde luego traía más cuenta dar el donativo que ser “cencerreado” por este divertido rebaño de diablos y diablesas.
Sus famosas cajas de Yemas de Caravaca, artesanas, la dependienta que no paraba un segundo de despachar a los muchos que de forma continua pasaban al pequeño y elegante mostrador de la confitería.
Y ahora, un poco de información sobre Caravaca de la Cruz:
Es un municipio español situado al oeste de la Región de Murcia, capital y centro administrativo de la Comarca del Noroeste y cabeza del Partido Judicial de Caravaca de la Cruz. Según el INE de 2009, tenía en esas fechas 26.415 habitantes.
Caravaca de la Cruz es un lugar de referencia para el culto de la Iglesia católica que desde 1998, y durante el papado de Juan Pablo II, está catalogada como una de las cinco ciudades santas del Catolicismo.
Disponen del privilegio de celebrar un Año Jubilar a perpetuidad. El primero de ellos tuvo lugar en 2003 y contó con la visita del por entonces Cardenal Ratzinger, que pocos años después fue elegido Papa, con el nombre de Benedicto XVI.
Caravaca de la Cruz se encuentra en la parte de la Sierra del Segura en la provincia de Murcia, la capital del municipio está ubicada en el valle del río Argos o río Chopea.
Las pedanías más importantes son Archivel, Barranda, La Almudema y La Encarnación, donde se encuentra el Santuario de la Encarnación que con un origen ibérico fue posteriormente un templo romano y una iglesia visigótica.
Otras pedanías son Benablón, Pinilla de San José, Singla, Los Royos, Caneja, El Moralejo, Navares, Los Prados, El Moral, El Hornico.
En torno al cerro del Castillo se dispone el barrio más antiguo de Caravaca.
A partir de los siglos XII y XIII es cuando empieza a formarse un núcleo concentrado y fortificado de relativa importancia. El pueblo utilizó para su situación las laderas norte, este y oeste, aprovechando naturalmente la parte más suave de la pendiente natural.
El barrio tiene la típica estructura irregular y desordenada en la que se entrecruzan callejuelas, se abren placetas y aparecen callejones sin salida.
Estaba rodeado por una muralla de la que se conservan restos en algunas calles.
Estaba rodeado por una muralla de la que se conservan restos en algunas calles.