Era en el atardecer del sábado, por el casco histórico de Segovia, la lluvia acompañaba el paseo de nuestro multitudinario grupo.
Interior de la Catedral de Segovia |
Con la cámara fotográfica al hombro y unos pocos pasos de distanciamiento de mi grupo, buscaba un enfoque distinto por el que el guía turístico nos llevaba.
No era nada difícil el encontrar la callejuela oscura, la esquina misteriosamente iluminada, la pequeña estatua a nivel de suelo con sus facciones desgastadas por las millones de manos que pasaron sobre su nariz, ojos y labios...
Segovia, casco antiguo |
Mientras enfocaba este entorno, no me hubiese sorprendido ver aparecer por mi visor, a decenas de monjes y cardenales en procesión, o a un grupo de caballeros con capas, espadas ,botas altas y grandes sombreros de ala. Es más, me quedé con la sensación de ver sombras de otros tiempos, cruzar por los rincones más oscuros de la ciudad...
Catedral de Segovia |
Tal vez, fue la fina manta de lluvia que distorsionaba los colores del anochecer segoviano.
Ser un Don Juan tenorio en este marco, no tenía que ser nada difícil, los rincones predisponen al amor fugaz y espontáneo.
Segovia |