YO FUI AQUÉL GUERRERO...
Yo fui aquél guerrero, que sabiendo que los brazos de la
muerte me esperaban ansiosos en la siguiente batalla detrás de cualquier
falcata, lanza o bayoneta, corría hacia ellas como un ferviente enamorado.
Yo fui aquél guerrero, que roído por el dolor de las
heridas, jamás pensó en la retirada y me lanzaba hacia las murallas con el
ánimo de derribarlas.
Yo fui aquel guerrero, que prefirió caer mil veces en una
batalla tras otra, para dejar que una y otra vez mis huesos se fundieran con el
barro y así servir de abono a los campos de trigo que tras las masacres siempre
brotan más vigorosos que nunca.
Yo fui aquél guerrero, que prefirió ser despedazado en
batalla que no vivir esclavo, tullido,
y avergonzado en la prisión de mi alma.
Yo soy aquél del que hablan las tradiciones que los ancianos
de la tribu cuentan a los niños entre las hogueras de medianoche y al que ellos
sueñan con imitar.
Yo he sido el que ha muerto muchas veces pero ha vuelto a
nacer muchas más para de nuevo presentarme en los campos de batalla de
cualquier lugar.
Yo soy el guerrero que sabe que la vida es una eterna lucha
sin descanso llena de derrotas finales; la batalla va grabada en mi
carácter y es la forja de mi vida.
No es fácil morir peleando época tras época, generación tras
generación, batalla tras batalla, derrota tras derrota, porque nunca gana una
guerra aquél que siempre muere, pero vivir en las leyendas más hermosas es ser
Inmortal, a pesar de ser el Eterno Perdedor...
© José María Navarro Cayuela 2014