Tenemos en nuestro municipio auténticas obras de arte, menospreciadas cuando no vejadas, construcciones que se levantaron para de usos muy variados, iglesias, conventos, fuertes y castillos, con interesantes muestras de ingenio y buena planificación arquitectónica, que están completamente olvidadas, dejando que se caigan a trozos, y que sus escombros tapen nuestra historia común.
Estas edificaciones malviven en el tiempo con la peor de las maldiciones que le puede caer a cualquier cosa vieja: el olvido y la indiferencia.
Ermita de San José, El Algar |
No hay peor ofensa y castigo para un viejo fantasma, como que pasen los años sin tener ni a un visitante al que puedan asustar con sus susurros o al arrastrar sus cadenas en mitad de la noche; sin visitas de humanos vivos, su vida de fantasma pierde sentido, pierde realidad, se convierten en fantasmas invisibles por falta de espectadores.
Torre del Negro, El Algar |
Con estos edificios que se encuentran por todo el municipio de Cartagena pasa igual, si no hay quien los vea, quien los visite, quien se interese por ellos… sus paredes crujen en silencio, su deterioro se precipita; sus cimientos dudan de su propia labor y comienzan a ceder ante la inutilidad de su esfuerzo.
Rincón y altar de La Soledad y calle del mismo nombre, Cartagena centro |
De vez en cuando, una visita, una parada, tres fotos, el sonido de unas risas, el calor de la cercanía humana, los sentimientos de admiración que alguien pueda expresar… les devuelven a las viejas y centenarias ruinas, algo de vida, el saberse miradas, contempladas y escuchar unas cálidas voces en su proximidad, las hacen sentirse vivas, útiles.
En nosotros está seguir ayudando a que se sienten útiles.