Qart-Hadast. El nacimiento de la Ciudad Nueva
Los dioses te conceden que, desnudo de afectos, de la fría libertad de las cumbres goces. Quien quiere poco, tiene todo; quien nada tiene, es libre; quien no tiene o desea, hombre, es como los dioses, le susurró Qart–Hadast en sus sueños.
Las falcatas ya están afiladas; las 'gladius', bien relucientes. Cae la noche sobre la Atalaya, y carthagineses y romanos se preparan para conquistar el campamento entre redobles de tambores. La suerte está echada y la diversión, asegurada
Juntos, mejor. Las tropas llegan a sus campamentos después del desfile.
Otros sangrientos mercenarios trocean a sus víctimas, todo vale en la guerra.
Otros cazan pero en vivo y en directo, la presa no se resiste y acumulan prisioneras para los posibles cambios, la batallas tienen mil estrategias.
Allí desenvainan sus falcatas y dan rienda suelta a sus emociones.
EL PRESIDENTE DE LAS FIESTAS ANTONIO MADRID Y EL PREGONERO CARLOS LATRE